La desaceleración no va con el mundo de la exclusividad. Las grandes firmas inauguran nuevas tiendas en España
Luis Domingo
Cuando has sobrevivido a revoluciones, dos guerras mundiales (y unas cuantas locales), adoquinazos de mayo y, por supuesto, a todo tipo de depresiones, recesiones y estanflaciones, ponerse nervioso ante una nueva crisis tiene poco sentido. Por eso el planeta del lujo, donde se dan la mano firmas centenarias y otras más jóvenes pero no menos ambiciosas, no suele mover ni un músculo de la cara si las cosas se tuercen aunque la procesión vaya por dentro: sería de mal gusto y, además, no serviría de nada.
Es verdad que no todos -otro tipo de empresas y los simples mortales-pueden seguir su ejemplo, porque tampoco todos cuadran con tanto pulso sus cuentas, ni tienen un conocimiento tan descarnado de la realidad como esas compañías del saber vivir y la belleza. Envueltas en suave -y engañoso- papel dorado, las grandes casas son, sin embargo, conocedoras, en primera fila, de los titubeos proféticos de los mercados o de la súbita prudencia de algunos clientes de tarjeta refulgente.
